Interesante artículo:
Revisando las publicaciones encontré este interesante artículo relacionado con las herramientas tecnológicas existentes al servicio de la educación. Interesante comentario en general y sobre todo en el uso y abuso de ellas en el proceso enseñanza aprendizaje.
¿Estamos
educando para el pasado?
Algunas
visiones respecto de la inteligencia artificial hablan de que hoy, colegios y
universidades, están formando personas para vivir en el pasado. Veamos qué tan
cierta es esa aseveración.
Una cosa
es saber las definiciones en torno a la inteligencia artificial y otra muy
distinta entender qué cambios implica la posibilidad que robots, impresiones en
3D y procesos basados en Machine Learning, reemplacen a los productos y
servicios tradicionales.
Para
concientizar respecto de esta transformación de la que todos somos parte
-querámoslo o no-, es que el think
thank de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Tren Digital, acaba
de entregar los datos arrojados por el primer estudio en Chile que analiza
este fenómeno y explica cómo reaccionarían los chilenos frente a los nuevos
escenarios, considerando que un 14,7% de los encuestados declaró pertenecer al
ámbito de la educación.
Por
ejemplo, ante la afirmación de si “está bien permitir que agentes dotados de
inteligencia artificial tomen el trabajo de las personas, pero no debería
utilizarse en colegios para enseñarles a los niños”; sorpresivamente, la
mayoría (24,4%) se manifestó en contra de la afirmación, no obstante un 21,9% y
un 20% se mostró de acuerdo y muy de acuerdo con la misma.
De
manera similar pasó con la declaración “está bien permitir que agentes dotados
de inteligencia artificial le enseñen a niños en el colegio, pero no deberían
estar a cargo de ellos”, con la mayoría de los entrevistados (46%) que se
mostraron de acuerdo y muy de acuerdo.
Según Daniel Halpern,
académico de la UC e investigador de Tren Digital, si bien existe una corriente
impulsada por la Singularity University que cree que todos los procesos,
incluido el educativo, van a automatizarse, es necesario entender que esto
tendría una salida útil sólo en el sentido de captar diferencias en el
aprendizaje de los alumnos.
“Imaginemos
que tenemos un agente programado para detectar dificultades en el aprendizaje
de los alumnos y que, a través de un programa, éste sea capaz de personalizar
la enseñanza en función de las necesidades que se vayan levantando. Esto es
importante, porque un profesor de 30-35 niños, muchas veces es incapaz de
ocuparse personalmente de las necesidades individuales de los estudiantes”,
explica Daniel.
Cuidado
en el uso de tecnologías en el aula
Una de
las principales motivaciones del estudio es detectar de qué manera hay que
capacitarse o enseñar a las nuevas generaciones para enfrentar el constante
cambio en el que vivimos. En este sentido, Daniel Halpern se declara más bien
enemigo del uso deliberado de la tecnología en la sala de clases.
“La
tecnología debe servir a la educación y no la educación a la tecnología. Si
queremos utilizar alguna innovación, hay que saber antes qué nos puede aportar
ésta en la metodología del aprendizaje, pero lo que se ve mucho hoy es
justamente lo contrario. Nos atrae lo nuevo y lo probamos, creyendo que la
tecnología nos va a solucionar el problema y descuidando las consecuencias que
se puedan generar en el proceso”, dice Daniel.
A lo
que el experto más le teme -confiesa- es al hecho que en la actualidad, muchos
procesos internos y de pensamiento crítico en niños y adolescentes, están
siendo suplidos por la tecnología. Por ejemplo, pasa con Google, que la gente
lo utiliza como la mejor guía para saber qué es -o no- lo relevante.
“Con
los niños tan conectados a la tecnología y, por ende, sobre estimulados, es muy
improbable que éstos pongan la atención adecuada a una clase de tipo formal y
al profesor, por eso algunos docentes están probando dinámicas de grupo para
poder hacerle frente. El error está en aquellos profesores que, ante este
escenario, deciden usar la tecnología para sobre estimularlos y ‘enseñar’”,
declara Daniel.
Por
esto, recomienda a los profesores no usar la tecnología como fin último del
aprendizaje (la enseñanza es primero, luego la innovación tecnológica), así
como también no sobre utilizar elementos como videos o películas para armar sus
clases; y evitar que Google guíe el conocimiento, sino más bien promover el
pensamiento crítico en el aula. Todo, con el desafío de captar la atención de
sus alumnos en poco tiempo. ¿Y la automatización? Sólo para utilizar durante
los procesos educativos externos.